La alimentación emocional o “Comer Emocionalmente” es la necesidad de comer en respuesta a una emoción generalmente negativa. Diferentes emociones despiertan diferentes formas de comer. El consumo de alimentos debido a las emociones es cada vez más común y este comportamiento está fuertemente relacionado con la obesidad y los trastornos alimentarios.
Las personas comen porque están tristes, ansiosas, enojadas, etc., y no por tener hambre fisiológica. La comida se usa como una forma de “adormecer” las emociones. En lugar de lidiar con esta molestia, la comida se usa como un estímulo físico que ayuda al individuo a cambiar el enfoque y evitar pensar en la desagradable sensación de la emoción negativa.
La alimentación emocional es un condicionamiento, podemos decir que es un comportamiento aprendido y, por lo tanto, también puede modificarse. Es probable que el nutricionista se encuentre con este tipo de condicionamiento en su práctica de cambiar los hábitos alimentarios de los pacientes. Y esto puede ser un obstáculo importante para el cambio de estilo de vida.
¿Y cómo puede el nutricionista ayudar al paciente a lidiar con la alimentación emocional?
Usar herramientas que ayudan al paciente a identificar qué emociones lo llevan a comer. El diario de alimentación de Dietbox es una herramienta útil y su propósito puede ampliarse. Además de registrar las cantidades ingeridas, podemos indicar al paciente que registre las emociones percibidas antes de comer ciertos alimentos.
La observación y el registro de las emociones relacionadas con el consumo de alimentos lleva al nutricionista y al paciente a comprender mejor el patrón de alimentación emocional. ¿Qué alimentos buscan comer las personas cuando están estresadas?
¿Y cuándo están ansiosos o tristes?
¿Cómo el individuo come estos alimentos? ¿Muy rápido, sin pensar, con mucha culpa?
¿Qué patrón se repite en estas situaciones?
El siguiente paso es desarrollar con el paciente estrategias que pueda usar para aliviar la sensación desagradable de las emociones negativas sin centrarse en la comida. O al menos, comer de manera más consciente, menos automática y en menor cantidad. Debes pedir al paciente que registre las posibilidades de estrategias cuando está triste o ansioso (o para otras situaciones).
Sabemos que cuando el paciente mismo sugiere la estrategia de acción y no la propone el profesional, existe una mayor posibilidad de que pueda ponerla en práctica. Por lo tanto, el paciente habrá pensado previamente en otras posibilidades de acción, además de comer, para enfrentar el malestar emocional. Una de las estrategias para el control de los impulsos es precisamente la anticipación de formas de encarar una situación de riesgo, desarrollando previamente opciones de acción para el cerebro que no sean ceder al impulso de comer.
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Nutricionista Patrícia Damé
CRN2 6637
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