El cáncer es una enfermedad genética resultante de errores o daños en el material genético de las células. Cuando esto ocurre, estas células defectuosas comienzan a multiplicarse de manera desorganizada y descontrolada. A menudo, pueden llegar a la sangre, atravesar los tejidos y asentarse en diferentes órganos.
Los retos, miedos e inseguridades ante un diagnóstico de cáncer son inconmensurables. ¡Pero no estás solo!
El tratamiento del cáncer, sea cual sea la modalidad: cirugía, quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia, requiere una perspectiva multidisciplinar, humanizada y muy acogedora.
La importancia de la nutrición junto a la oncología
La nutrición adquiere un protagonismo especial en esta batalla por la vida. El estado nutricional del paciente es diferente al peso corporal y al índice de masa muscular (IMC). Es decisivo en el control, remisión, curación o recaída de la enfermedad. Es de los alimentos que obtenemos agua, electrolitos y nutrientes importantes para el restablecimiento de la inmunidad, la preservación de las reservas funcionales, para potenciar los resultados de los protocolos terapéuticos y para mitigar los efectos de la toxicidad del tratamiento.
La enfermedad, por sí sola, genera grandes desgastes para el organismo. Las células neoplásicas producen metabolitos que inhiben el apetito y aumentan el consumo energético y nutricional. Además, los enfoques terapéuticos también son agresivos. Por lo tanto, la intervención nutricional precoz es decisiva en la lucha contra el cáncer.