El síndrome de ovario poliquístico es un trastorno endocrino que afecta a un promedio del 8,7 al 17% de las mujeres en edad reproductiva. Aunque su etiología es poco conocida, las manifestaciones características de este síndrome pueden causar malestar y una reducción significativa en la calidad de vida de estas mujeres.
Siguiendo los criterios diagnósticos de Rotterdam (2003; 2012), las mujeres con SOP deben presentar al menos dos de los criterios: hiperandrogenismo clínico y / o de laboratorio, oligo-amenorrea (ausencia de menstruación por un período de 90 días o más), características morfológicas ovario poliquístico.
Además, es muy común desarrollar anomalías metabólicas y hormonales que están directamente relacionadas con la obesidad, la resistencia a la insulina, la diabetes mellitus tipo 2 y la dislipidemia. Cabe mencionar que el conjunto de estos factores puede favorecer la aparición de complicaciones cardiovasculares. Lo que, en definitiva, crea la necesidad de una intervención nutricional.
¿Cuáles son los principales síntomas del síndrome de ovario poliquístico?
Los signos y síntomas pueden ser múltiples, sin embargo, los más comunes son:
hirsutismo;
acné;
alopecia (caída del cabello);
sobrepeso;
anovulación (cuando los ovarios no liberan el óvulo durante el ciclo menstrual);
oligomenorrea o amenorrea.
En las mujeres con síndrome de ovario poliquístico, parece haber una alteración en el eje hipotalámico-pituitario, lo que resulta en cambios en la secreción de la hormona liberadora de gonadotropinas, que es responsable de la secreción de la hormona luteinizante (LH) y la hormona estimulante del folículo (FSH), que actúan directamente en los ovarios regulando el ciclo menstrual. En el síndrome, hay una liberación excesiva de LH y una reducción de FSH, lo que resulta en una producción excesiva de andrógenos y disfunción ovulatoria. Este desequilibrio en la secreción hormonal agrava los síntomas presentados y empeora la autoestima de estas mujeres, lo que puede generar una condición depresiva.
¿Cómo la nutrición puede ayudar?
Como se mencionó anteriormente, las mujeres que tienen SOP suelen tener resistencia a la insulina, sobrepeso, entre otras anomalías metabólicas. Es importante señalar que la hiperinsulinemia puede agravar la situación, promoviendo un aumento en la producción de andrógenos en el ovario. Así, la nutrición tiene un papel fundamental en la mejora de la calidad de vida y los síntomas que presentan estas mujeres, ya que los hábitos alimentarios y el estilo de vida están directamente relacionados con la progresión de las complicaciones de este síndrome.
¿Qué estrategias deben adoptarse?
Pocas mujeres son conscientes del hecho de que los cambios simples en el estilo de vida pueden tener un impacto importante en la mejora de los síntomas informados. Y que, además, los alimentos ingeridos pueden ser un factor de riesgo importante para el aumento de complicaciones.
Un cuadro de hiperinsulinemia puede ser suficiente para agravar la secreción de andrógenos alterada. Por eso, es necesario adoptar medidas nutricionales dirigidas al control glucémico de esta paciente, con el fin de reducir la resistencia a la insulina y mejorar su sensibilidad.
Si tiene sobrepeso, se recomienda totalmente la pérdida de peso. Así, una reducción del 5 al 10% sería suficiente para reducir los riesgos cardiometabólicos y promover una mejora de la función menstrual. La evidencia sugiere que las dietas bajas en carbohidratos pueden mejorar el perfil metabólico de los pacientes. En este caso, lo ideal es que haya una disminución en el consumo de carbohidratos principalmente refinados y un control del índice y carga glucémica de las comidas. Las estrategias mediterráneas y bajas en carbohidratos pueden ser factibles.
Pautas nutricionales para el síndrome de ovario poliquístico:
En el síndrome de ovario poliquístico, la educación nutricional es fundamental para mejorar los hábitos alimentarios. Se le debe sugerir al paciente:
Priorizar el consumo de:
Cereales;
Legumbres;
Nueces;
Vegetales y frutas;
Inclusión de fibra (salvado de avena, psyllium, cebada, harina de piel de berenjena).
Grasas mono y poliinsaturadas (aguacate, aceite de oliva, aceite de sésamo, semillas oleaginosas: castañas, almendras, linaza, macadamia, chía)
Bajo consumo de: carnes rojas, alcohol y carbohidratos refinados (galletas, panes, pastas, harinas).
La nutrición ha demostrado cada vez más ser la respuesta a la solución de una serie de problemas de salud, sin embargo, no actúa sola. Finalmente, es necesario reducir la inactividad física, adherirse a estrategias que promuevan un sueño de calidad y una ingesta diaria de alimentos nutricionales de alta calidad. En otras palabras: alimentación, ejercicio físico, sueño y cambio de comportamiento, los cuatro pilares que forman la base de una vida sana.
Nutricionista: Eula Sena
