Uno de los momentos más especiales del contacto nutricionista-paciente es la entrega de la planificación alimentaria. Sin embargo, lo que puede ser una causa de buena ansiedad para el paciente puede no ser lo mismo para el nutricionista. El desarrollo del plan alimentario parece complicado en muchos sentidos. Por eso, hemos venido aquí para ayudarte a desmitificar el montaje del plan para que te resulte más fácil y práctico y sepas armar una dieta adecuada.
Preparando la consulta
Lo primero que debes tener en cuenta son los datos básicos del paciente. Puedes obtenerlos antes de la consulta, si utilizas algún cuestionario para ello, como Cuestionarios Previos, o directamente, el día de la cita.
¿Qué datos aporta este paciente? ¿Cual es su edad? ¿Preferencias de comida? ¿Como es tu rutina? ¿Cuál es tu dificultad? Analizar esta información con cuidado ya te guiará en cómo es el escenario del paciente y dónde puedes ir para ayudarlo. Por último, y no menos importante, ¿Cuál es el objetivo del paciente? ¿Qué le hizo buscar tu ayuda?
Al observar este rango de información, ya puedes pensar en algunas estrategias que te ayudarán. Para eso, será necesario tomar conciencia de otros temas esenciales, como el gasto energético de este paciente. Es en este momento que sabrás si tu paciente está en déficit o superávit calórico, ¡y a partir de ahí podrás empezar a pensar en las estrategias que utilizarás en tu conducta!
Después de todo, ¿cómo preparar una dieta?
Piensa en cuántas comidas hace tu paciente en un día. Es posible que debas aumentar la cantidad de comidas o disminuir. O bien, aumentar el volumen de estas comidas para que esté más saciado. Determinar el número de comidas al día ayudará a establecer una nueva rutina para este paciente. Después de eso, prioriza la calidad de la comida que vas a insertar. En general, el beneficio ya se obtiene simplemente mejorando la calidad de los alimentos. Prioriza siempre los alimentos naturales, elige aquellos con la menor lista de ingredientes posible, asegurando así el menor uso de colorantes, estabilizantes o productos artificiales.
Finalmente, verifica y haz tu revisión personal. Analizar si la planificación contempla las necesidades del paciente en cuanto a energía, si las comidas estuvieron bien distribuidas para la rutina que te informó, y si contempla sus preferencias. Además, puedes incluir notas adicionales como información para el consumo de agua potable, tés, listas de compras y otros materiales educativos.
Después de eso, ¡envíalo al paciente! Puedes hacerlo entregando el plan impreso, enviándolo por correo electrónico o incluso poniéndolo a disposición en una aplicación, lo que facilita enormemente la rutina del paciente, después de todo, ¡tendrá la planificación en la palma de su mano!
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