Alimentar a los niños de forma saludable es más que un gesto de salud: refleja afecto, preocupación y amor. Este cuidado se convertirá en beneficios para la salud a corto, mediano y largo plazo.Lograr que los niños prueben y consuman frutas y verduras es una guerra en muchos hogares. En este escenario, muchas familias se rinden y ofrecen salidas más prácticas y rápidas, en función del gusto del niño y que no siempre son saludables.
A largo plazo, esto puede afectar los hábitos alimenticios, restringiendo el consumo a una pequeña gama de opciones y, en general, sin micronutrientes. Vale la pena recordar, de hecho, que no nacimos sin gustarnos tal o cual comida. Los hábitos alimentarios adquiridos en los primeros años de vida se trasladan al futuro. Por eso, el papel de los padres es fundamental para que el niño desarrolle un hábito alimentario sano y variado.
¿Cómo insertar alimentos saludables en la dieta del niño?
El primer paso para que los niños coman todos los grupos de alimentos con equilibrio y variedad es que los padres sean conscientes de la importancia de la alimentación y den ejemplo. El consumo de verduras, además de favorecer un buen estado nutricional, puede resultar sabroso. Variar recetas y preparaciones lo hace mucho más fácil. Por ejemplo, las verduras no necesitan ofrecerse únicamente en forma de ensalada. Puede estar presente en empanadas, tortillas, jugos, etc. Esto no significa “esconderse” y hacer que el niño coma un plato en particular sin conocer los ingredientes. Después de todo, a nadie le gusta que lo engañen.
La comida tampoco debe usarse como moneda de cambio: si comes toda la ensalada, podrás comer postre, por ejemplo. Las estrategias de cambio tienden a fallar a largo plazo y no alientan a los niños a disfrutar comiendo una variedad de alimentos. Comer bien debe ser un objetivo para toda la familia.
Usar la creatividad:
Llevar al niño a hacer las compras y especialmente involucrarlo en la preparación de las comidas es otra estrategia que ayuda mucho. ¡”Jugar” con diferentes texturas, colores y sabores es encantador! ¿Qué tal crear el laboratorio de nutrición en casa? La mayoría de los niños prueban y comen lo que producen. Además, los momentos culinarios ayudan a fortalecer el vínculo entre padres e hijos y también pueden ser escenario de diversos aprendizajes que van más allá de la Nutrición. Matemáticas, por ejemplo, con el peso de ingredientes, tiempo de cocción, etc. También puede facilitar una conversación sobre el origen de cada ingrediente o receta, difundiendo información sobre cultura e historia.
¡Aprovechar la creatividad natural de los niños e inventar moda en la cocina es otra salida! En la cocina no hay límites y no hay lugar para el miedo a innovar.
El uso de utensilios como cortadores de pan, moldes de silicona, platos impresos, tazas decoradas y muchos otros, también ayuda a estimular el placer de comer. Esa famosa frase “Primero comemos con los ojos” es verdad. Poner la mesa y hacer de las comidas un momento de placer, cariño y salud para toda la familia debe ser un ejercicio diario.
Finalmente, si el rechazo a la comida es severo y persistente, es importante buscar ayuda profesional. El aspecto clínico y específico del nutricionista en una evaluación individualizada marca la diferencia.
Nutricionista: Fabiana Jarussi
* El texto es responsabilidad exclusiva del autor y no refleja la opinión de la empresa. El blog se abre si otro profesional quiere escribir un contrapunto.
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